Saturday, March 29, 2008

Eastern Promises (Promesas Peligrosas)

****1/2

País de origen:

(UK, Canada, USA, 2007)

Duración:

100 minutos


Es difícil ver una película como “Eastern Promises” después de no haber asistido al cine en un largo tiempo y escribir sobre ella intentando ser imparcial. Probablemente todo suene un tanto exagerado y tendencioso, pero debo de admitir que se siente bien retomar los comentarios de cine teniendo como material una película tan bien realizada como esta.

David Cronenberg es un director no tan sonado, pero en definitiva de lo mejor que hay en la actualidad si se quiere ver en pantalla grande una historia desarrollada decentemente. En esta ocasión se reúne de nuevo con Viggo Mortensen (A History of Violence) en una historia que más de una vez escuché comparada a diferentes niveles con El Padrino de Coppola. Casi de suponerse, hay una mafia en el escenario, solo que no el grande. Esto es algo mucho menos pretencioso, más terrenal, donde la similitud en dimensión solo se percibe al final cuando se revela la existencia de una ‘familia’ dirigida por diferentes cabezas. He de reconocer que el ambiente de logia en el que se reúnen provoca un misticismo que nos lleva, aunque sea por un instante, a ese lugar separado de lo mundano donde los poderes se reúnen: una sociedad que puede no existir sino en la cabeza de sus miembros, pero que afecta definitivamente a la nuestra.

Anna Khitrova (Naomi Watts), enfermera en una clínica londinense, es colocada frente a su destino al recibir en un parto a una bebe de la cual desafortunadamente la madre de 15 años no sobrevive, dejando como único legado un diario escrito en ruso. Qué si no destino, ya que Anna es precisamente de ascendencia rusa (padre) y aun tiene un tío quien puede ayudarle, aunque a regañadientes, con la traducción. Dentro del diario aparece una tarjeta que la guía a un lujoso restaurante de comida tradicional… acertó usted… ¡rusa!, donde el carismático y paternal dueño Seymon (Armin Mueller-Stahl) también se ofrece con la traducción. Pasa muy poco tiempo antes de que Anna descubra que las intensiones de este no son tan buenas, pues pertenece a una de las mafias más peligrosas de la ciudad.

Anna se ve forzada (más destino, por supuesto) a tratar con Nikolai (Viggo Mortensen), del cual su impresión cambia continuamente, pues a pesar de su trato gentil y su oficio sencillo de chofer, el tipo de gente para la que trabaja no puede significar sino que está cortado con la misma tijera: “El que con lobos se junta a aullar aprende” solía decir mi madre. Uno de los comentarios de Niokolai resume perfectamente esta posición: “Usted es una buena persona. Quédese donde pertenece, alejada de tipos como yo”. Los constantes encuentros de Anna con Nikolai y su jefe directo Kirill (Vincent Cassel), hijo de Seymon, moldearan la historia que irá llevando al espectador a donde el director hábilmente planeó.

El primer comentario que escuché saliendo de la sala fue uno que expresaba una sensación incompleta, un vacío que debía de concluir en una segunda parte. Curiosamente este es quizá el detalle que más me agradó de esta cinta. Este no es el tipo de películas que tengan una segunda parte, por mucho que a alguien le recuerde a “El Padrino”. Lo que quizá falto percibir aquí es que la historia completa de ‘la película’ no es sino un pequeño fragmento de otra mucho mayor. Sin embargo esto no interesa al guionista ni al director, no es lo que quieren mostrarnos; la mayor no es importante para su desarrollo, solo la sensación de que los personajes pertenecen a un gran mundo, vienen de él y continuaran en él una vez que la cinta termine (al menos, los que la sobrevivan). Aunque fuese basada en una novela, podría tener toda la estructura de un cuento sin problema alguno. Lo importante no es si la mafia cae al final, si los buenos ganan o pierden: solo el pequeño fragmento de realidad en la que la naturaleza humana es expuesta y analizada. Además, aunque quisiera ser de otra manera (la tradicional) ¿cuánto de un mundo grande se podría mostrar en 96 minutos?

No he visto “There will be blood”, pero en definitiva Daniel Day-Lewis (premio de la academia por mejor actor) tuvo que haber tenido el papel de su vida para competir de una manera tan sencilla contra un Mortensen que pasó una cantidad importante de tiempo en Rusia practicando su pronunciación e impregnándose de su personaje. Uno ignora fácilmente esos momentos donde el acento le falla: su compenetración en el papel es tan fuerte que el resto no podría importar menos. Uno de los comentarios que había por ahí antes de que fuese a ver esta película (venía evidentemente de una mujer) es que valía la pena tan solo para ver a Aragorn tal cual y como Dios lo trajo al mundo. Bueno, esto no podría ser más literal, sin embargo no importa: hay una muy buena razón del por qué el film está clasificado R, por fuerte y brutal violencia sangrienta; este desnudo impacta por la forma en que se da y, aunque sale por un momento de la realidad, refuerza su credibilidad al final.

“Eastern Promises” es una rara oportunidad para ver una buena historia, grandes actuaciones, breve y con material para platicar, debatir, disfrutar y fantasear. Si tienen tiempo en estos días, háganse un favor y asistan a verla en pantalla grande mientras esté en cartelera.

Reciban un gran saludo, me hace muy feliz poder platicarles de nuevo y nos vemos en el cine.


"I can't become king if someone else already sits on the throne."
Nikolai, "Eastern Promises"

"Eastern Promises" en IMDB


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